La arquitectura bioclimática tradicional en Rumanía
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La arquitectura bioclimática tradicional en Rumanía (primera parte)

Quizá la arquitectura popular rumana no sea la más interesante del mundo, ni la más original, pero tiene aspectos de los que se puede aprender. Si no se observa con detalle parecerán otra vez casas de madera y cubiertas de paja o tablillas, pero si se analiza con un poco de detalle, si se reflexiona sobre sus detalles, se descubren aspectos que las hacen algo diferentes, capaces de adaptarse a un clima distinto al suizo, noruego o nórdico en general. Es la esencia del concepto de la arquitectura bioclimática, la resiliencia ante unos recursos concretos.

En principio, las viviendas populares rumanas no parecen crear una tipología muy concreta, ni siquiera formar parte de varias tipologías suficientemente definidas. Resulta imprescindible encontrar esos invariantes comunes que genera las ventajas de la arquitectura bioclimática más tradicional, porque de no existir no se puede hablar de tipología, algo que sería extraño en el caso de al arquitectura vernácula.

Sin embargo, sí parecen tener elementos comunes. El primero es lógicamente la madera, el material más abundante, el que mejor se adapta de forma genérica a su clima y el que mejor trabajan; es el material bioclimático más sostenible indudablemente. Es rara la construcción que no emplee mayoritariamente la madera, incluso cuando usan el adobe en los muros o la tierra en los suelos, algo poco frecuente, también hay madera en la cubierta. Desde esa visión puedo decir que las construcciones populares rumanas son sostenibles porque utilizan un material sostenible, inagotable, si se usa bien, como es la madera. Pero no podía quedar todo ahí, tenía que haber algo más y necesitaba encontrarlo.

Analizando diversos ejemplos de esta arquitectura bioclimática se detectan los otros aspectos definidores. Junto con la madera, el tamaño y la forma también son aspectos comunes en las casas populares rumanas. El tamaño es relativamente pequeño, generalmente en una planta con sótano de acceso exterior si el terreno lo permite. El otro aspecto es la forma de su planta, siempre rectangular, con la entrada por el centro dando a un vestíbulo. A cada lado del vestíbulo una habitación que pueden ser dos dormitorios, un dormitorio y un estar, o un dormitorio y la cocina. La cocina, al ser la zona más cálida de la casa, puede usarse también como dormitorio y reservarse para madres con niños pequeños. Las habitaciones pueden ser de tamaños desiguales pero es más frecuente que sean de iguales. En ocasiones en el vestíbulo central se coloca un horno de pan, que además repartirá el calor hacia ambos lados. Cuando la propiedad cuenta con varias edificaciones, una segunda vivienda, un granero, un establo o un taller, aparecen como cuerpos independientes formando un conjunto. Todo muy básico como se puede ver. 

Planta de la casa en Tilisca, con dos dormitorios, uno a cada lado. Ésta es la sencilla distribución de planta predominante en la región

 

La cubierta es siempre inclinada, habitualmente a dos aguas, con una pendiente importante para evitar la acumulación de nieve y el riesgo de sobrepeso. Está formada por un entablamento de madera sobre el que se colocan casi siempre tejas de una fina madera. En ocasiones usan paja y raramente cerámica. Hay un bajo cubierta, ya que siempre usan falsos techos en las habitaciones. Ese espacio, al que se accede por trampillas desde el vestíbulo o los porches, aísla térmicamente la casa y sirve de almacén.

Cubierta de una casa en Moldavia con tejas de madera rectangulares fijadas con clavos también de madera, como pequeñas estacas, de nuevo

 

Las carpinterías de las ventanas son lógicamente siempre de madera, como ocurre en toda la arquitectura popular del mundo. Me resultó interesante ver como protegían las ventanas, no sólo con contraventanas exteriores sino también con una segunda ventana de vidrio. 

Esta vivienda en Traisteni, en el distrito de Prahova, usa dobles ventanas.

 

El calor lo da la cocina y, si la vivienda tiene recursos, una o varias estufas de azulejos en las habitación. Las estufas de azulejos son sistemas de calentamiento muy utilizados en Centroeuropa, en casi todos los países, desde el norte de Francia a Rusia. Consisten en grandes elementos masivos en cuyo interior se produce la combustión, sin que haya contacto del humo, que se expulsa directamente, con el aire de la habitación. Tampoco suelen utilizar el aire de la habitación para obtener el oxígeno necesario para la combustión. Incluso, en ocasiones la entrada de combustible se produce desde el exterior o desde otra habitación para hacer aún más hermético al aparato. La base de su funcionamiento es la masa y la inercia térmica que aportan cuando se calientan, por eso del uso de recubrimientos muy densos como los azulejos. 

En las casas rumanas es raro encontrar azulejos, todo un lujo, pero si son masivas y pesadas, incluso las que se usan como cocinas, para que una vez apagadas mantengan el calor. El sistema realmente no es muy eficiente porque se pierde mucha energía con el humo y porque no distribuyen bien el calor por la habitación al no tener un diseño adecuado para trabajar por convección. Es básicamente un sistema radiante más que convectivo; incluso conductivo cuando la gente se sienta sobre ellas. Si el sistema debe funcionar por radiación, calor o frío, debe ocupar una gran superficie y hacerlo homogéneamente, ocupando toda la habitación, como los suelos radiantes, herederos de los hipocaustos romanos, o los techos fríos. Si van a funcionar por convección el aire se tiene que mover o mecánicamente, con un ventilador, o de forma natural gracias al diseño del aparato, como en nuestros clásicos radiadores.

Si sólo hay cocina, y no estufas adicionales, lo más frecuente, la cocina también tiene la función de estufa acumuladora, y por eso son pesadas, más o menos cerradas, y con una geometría que favorece el incremento de las superficies expuestas al aire. 

Cocina masiva para conservar el calor, en una habitación usada como dormitorio.

 

Estufa separada de la pared para aumentar la superficie en contacto con el aire para poder distribuir más fácilmente el calor acumulado.

 

 

Cocinas-estufa con elementos decorativos y añadidos en forma de columnas para que tengan más masa almacenadora del calor del cocinado. Hay que pensar que al ser casas de madera no acumulan calor ni en los muros, ni en el suelo. Si no tuvieran estos elementos pesados acumuladores, o tendrían que tener las cocinas funcionando las 24 horas del día o la habitación se enfriaría inmediatamente después de apagarlas.

 

Horno de pan en un vestíbulo: la gran masa que lo rodea conserva su calor durante muchas horas después de su uso.

Autor: F. Javier Neila Gonzalez

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