La arquitectura bioclimática tradicional en Rumanía (segunda parte)
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La arquitectura bioclimática tradicional en Rumanía (segunda parte)

La arquitectura bioclimática tradicional en Rumanía (segunda parte)

Como continuación del texto anterior, se puede decir que la cubierta de estas construcciones sostenibles es siempre inclinada, habitualmente a dos aguas, con una pendiente importante para evitar la acumulación de nieve y el riesgo de sobrepeso. Está formada por un entablamento de madera sobre el que se colocan casi siempre tejas de una fina madera. En ocasiones usan paja y raramente cerámica. Hay un bajo cubierta, ya que siempre usan falsos techos en las habitaciones. Ese espacio, al que se accede por trampillas desde el vestíbulo o los porches, aísla térmicamente la casa y sirve de almacén; es decir mejora la habitabilidad de la casa sin gastar recursos energéticos.

 

Cubierta de una casa en Moldavia con tejas de madera rectangulares fijadas con clavos también de madera.

 

Las carpinterías de las ventanas son lógicamente siempre de madera, como ocurre en toda la arquitectura popular del mundo, ya que es un material sostenible porque no se agota y bioclimático porque es razonablemente aislante. Es interesante ver como protegen las ventanas, no sólo con contraventanas exteriores sino también con una segunda ventana de vidrio, lo que aísla más y les otorga un carácter más bioclimático.

 

Dobles ventanas aislantes de vidrio en una vivienda en Traisteni, en el distrito de Prahova.

 

Vivienda de comienzos del siglo XX en el comercial pueblo de Glod, en Maramures también con dobles ventanas. La última foto es una foto antigua de su estado primitivo.

El calor lo da la cocina y, si la vivienda tiene recursos, una o varias estufas de azulejos en las habitación. Las estufas de azulejos son sistemas de calentamiento sostenibles, por la fuente energética, muy utilizados en Centroeuropa, en casi todos los países, desde el norte de Francia a Rusia. Consisten en grandes elementos masivos en cuyo interior se produce la combustión, sin que haya contacto del humo, que se expulsa directamente, con el aire de la habitación. Tampoco suelen utilizar el aire de la habitación para obtener el oxígeno necesario para la combustión. Incluso, en ocasiones la entrada de combustible se produce desde el exterior o desde otra habitación para hacer aún más hermético al aparato. La base de su funcionamiento es la masa y la inercia térmica que aportan cuando se calientan, por eso del uso de recubrimientos muy densos como los azulejos. La inercia térmica es la base de arquitectura bioclimática en los climas templados, pero aquí también lo es para ahorrar combustible y hacer más saludables los espacios interiores.

 

 

Estufa de azulejos, imitando un noble mueble de madera, en el Palacio de Chambord, el palacio de Francisco I en el Loira.

 

Todo lo contrario que la anterior, una estufa poco sofistica, desnuda de azulejos, en Rusia.

 

Quizá la más clásica estufa de azulejos centroeuropea. En ella se ve como un niño se calienta acercando sus manos a la superficie, buscando el contacto.

En las casas rumanas es raro encontrar azulejos, todo un lujo, pero si son masivas y pesadas, incluso las que se usan como cocinas, para que una vez apagadas mantengan el calor. Es básicamente un sistema radiante más que convectivo, incluso conductivo cuando la gente se sienta sobre ellas. Si el sistema debe funcionar por radiación, calor o frío, debe ocupar una gran superficie y hacerlo homogéneamente, ocupando toda la habitación, como los suelos radiantes, herederos de los hipocaustos romanos, o los techos fríos. Si van a funcionar por convección el aire se tiene que mover o mecánicamente, con un ventilador, o de forma natural gracias al diseño del aparato y a su temperatura alta, como en nuestros clásicos radiadores.

Si sólo hay cocina, y no estufas adicionales, lo más frecuente, la cocina también tiene la función de estufa acumuladora, y por eso son pesadas, más o menos cerradas, y con una geometría que favorece el incremento de las superficies expuestas al aire.

Cocinas masivas para conservar el calor. En una de las fotos se ve el uso de la cocina también como dormitorio.

 

Estufas separadas de la pared para aumentar la superficie en contacto con el aire para poder distribuir más fácilmente el calor acumulado y mejorar la eficiencia energética.

 

Otros modelos de cocinas acumuladoras con gran masa térmica.

 

Hornos de pan colocados en los vestibulos, entre las dos habitaciones, también para aprovechar el calor y ganar eficiencia energética.

 

Horno con una estufa de azulejos de la habitación de al lado, sin duda compartiendo el fuego interior.

 

Horno de pan en un vestíbulo: la gran masa que lo rodea conserva su calor durante muchas horas después de su uso.

 

Otro horno de pan en un vestíbulo, su ubicación por excelencia

 

Autor: F. Javier Neila Gonzalez

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