03 Oct La Solana Cantábrica – Segunda parte

Figura 6. Plantas, baja y primera, y alzado de una casa con solana (1/2)
Las viviendas con solanas más ortodoxas son de dos plantas, la baja con el soportal, la primera con la solana, y un bajo cubierta adicional, a veces ocupado también como vivienda. Pero como es lógico hay viviendas con más plantas, incluso con varias solanas, una encima de la otra, aunque nunca en fachadas diferentes, porque sería incongruente.
La planta de las viviendas suele ir de cuadrada a rectangular, con una proporción máxima de 3 a 1. Son relativamente pequeñas, con frentes entre 10 y 15 metros, lo que da una superficie por planta entre 100 y 250 m2. En general la fachada suele estar en el lado corto, por lo que son profundas y arropadas del frío.

Figura 6. Plantas, baja y primera, y alzado de una casa con solana (2/2)
Dada la estructura parcelaria anárquica de los pueblos, algunas son trapezoidales, pero nunca tienen más de cuatro lados, ni patio. El patio es una estrategia bioclimática de enfriamiento propia del sur de España, heredada de los sumerios y aportada por los árabes. Aquí no tendría ningún sentido, ya que la vivienda perdería compacidad. La forma, que casi se puede embeber en un cubo, las medianerías y esa ausencia de patios, les proporciona la compacidad necesaria para no perder por la envolvente el calor que necesitan.
Aunque no tuve ocasión de ver la configuración interna de los muros cortafuegos, la documentación se refiere a ellos como frogas, es decir, una fábrica de ladrillo recubierta por dos hojas de sillería. Tal vez en lugar de ladrillo sea un simple relleno de cascotes y piedras.
Los materiales empleados son muy básicos, como en todas las construcciones populares, y son los propios de lugar. Lo habitual en el interior de la región es la piedra arenisca de cantera para los sillares, pero también se usa, aunque más en la costa, la piedra caliza.
El establo, a diferencia de lo que ocurre en las casonas vascas o en las pallozas gallegas, se encuentra en un edifico independiente, separado de la vivienda.

Figura 7. Una solana pequeña empleada como tendedero.
La solana suele ser pequeña para que el efecto del calor almacenado en los muros y su efecto cortaviento sean más eficaces. Su profundidad suele oscilar entre 75 cm y 2 m, que se incrementa con el vuelo de la cornisa, nunca menor de medio metro pero que puede llegar a un metro. Cuando se ven solanas grandes, en grandes casonas, me hace pensar que no se usaron para conservar el maíz, sino que fue simplemente una referencia arquitectónica tradicional, un recuerdo de antaño, pero tal vez me equivoque.
Hay otros modelos donde la solana se sustituye por un balcón volado, sin protección lateral, o donde la solana o los mismos balcones se han convertido en galerías acristaladas, que si bien generan un espacio de protección, confortable y aumentan el área habitable, pierden el uso de ese espacio primitivo como almacén secador, tal vez por innecesario hoy en día. Siempre podrán convertirse en una terraza o en un balcón soleados.
También hay modelos en los que la balconada sirve de acceso a la planta primera mediante una escalera exterior, lo que también modifica su uso.
La casa con pajareta puede que fuera el antecedente de la casa con solana, ya que tiene dos plantas pero en la superior lo que hay es una balconada, con aspecto de hórreo ya que podía estar cerrada con una celosía para almacenar los productos cosechados. Esta evolución hace pensar que primero desapareció el hórreo con la casa con pajareta, y luego de ahí pasó a la casa con solana. También es fácil imaginar una línea evolutiva diferente en la que se sustituyó la pajareta por una galería acristalada, como tienen hoy en día muchas viviendas cántabras. No tuve ocasión de ver ninguna pajareta completamente cerrada con celosía pero me puedo imaginar su aspecto viendo las galerías.

Derecha: Figura 9. Solana a la que se accede a través de una escalera exterior.
Las casas con solana tienen un ambiente interior muy similar al de otras construcciones españolas de piedra. Su aislamiento térmico es escaso o más bien inexistente. Sus muros de piedra de 60 o 65 cm de espesor no aportan suficiente protección térmica; su transmitancia térmica oscila entre 1,80 y 1,90 W/m2·K. Incluso la cubierta de tejas sobre entablado de madera, con viguetas de castaño es aún peor, más de 2,20 W/m2·K. Cuando la casa está exenta ese muro de piedra pierde mucho calor, y el ambiente interior es frío y necesita del calor de un hogar o de una instalación de calefacción.

Figura 10. Dibujo de una posible casa con pajareta, sobre una planta baja con porche.
Si está entre medianerías la protección de las otras edificaciones reduce esas pérdidas de calor y la casa es menos fría. Sin embargo, en verano la masa térmica que aportan los muros convierte a las viviendas en frescas y confortables, sin mayores añadidos.
Sin embargo, el clima de Cantabria es benigno y eso permite que estas construcciones, que no son eficientes energéticamente, funcionen razonablemente bien. Su mayor problema es la humedad, que es alta por la presencia del mar y de los vientos del Cantábrico, con humedades relativas que oscilan entre el 70 y el 76% de media a lo largo del año.
A cambio, la temperatura en las zonas costeras es suave con medias de mínimas que casi nunca bajan de 10 ºC, aunque puntalmente puedan bajar de cero. Sin embargo, más al sur de la Comunidad hay un efecto de continentalidad marcado, más propio de Castilla, que genera una oscilación de temperaturas mayor entre el día y la noche. Esas benignas condiciones climáticas han ayudado a que se conserven funcionales muchas construcciones tradicionales.
Autor: F. Javier Neila Gonzalez
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